"La vida no se trata de esperar a que pase la tormenta. Se trata de aprender a bailar en la lluvia " (Vivian Greene)

miércoles, 8 de enero de 2014

Conectar

Espontáneamente o de manera buscada. Como cuando nos encontramos en un nuevo trabajo. La mayoría de las personas optan por adaptarse al medio, al grupo, intentar crear un vínculo social buscando la supervivencia. Muchos tienen un punto límite: nunca pierden sus propios principios a riesgo de quedarse en compañía de la soledad. Unos pocos sucumben ante la tentación, traspasando los límites de su propia forma de vivir. Darlo todo por el todo, a pesar de las consecuencias.

Uno de estos días pasados una amiga que hace bastante que acabó el instituto y piensa en comenzar una nueva aventura en la universidad presencial nos abrió su caja de preocupaciones y dejó caer una de ellas: "¿y si ya no sé hacer amigos?". Es una de las grandes inquietudes del ser humano aunque un día puedas decidir romper con todo y encerrarte en tu propia mente. Conectar, ahí está el misterio. Querer, compartir, unir son sólo algunos verbos más de nuestra economía linguística.

Pero más difícil es querer lo que no se ve. 

Un "sí, estoy embarazada", una carta de amor, una historia plasmada en un libro. Leyendo la biografía de nuestro universitólogo favorito, contaba que no tenía necesidad de poner un cuerpo y un nombre detrás de las palabras, de aquellas que te hacen conectar.

Y es que una palabra puede hacer retumbar todos los cimientos de tu ser. Puede conectar con cualquier parte de tu cuerpo: la mente, el corazón, incluso la genital, jugando con lo morboso. Una palabra tras otra, una fila de coincidencias, un par de sentimientos que revolotean entre la conexión con lo más profundo de tu ser.

Las personas ciegas son los mejores ejemplos de ello. Son capaces de querer, de amar, de sentir, en el fondo, de conectar sin necesidad de ver.

¿Acaso uno quiere ser médico porque se ha visto ejerciendo como tal? Quizás sí en el juego de palabras de nuestro lenguaje. O tal vez en la imaginación, esa maravilla que los niños llevan a su máxima expresión. Amigos invisibles, profesiones imposibles, sentimientos encontrados...

Quién sabe si para entender la esquizofrenia paranoide debemos creer lo que no vemos, pero ellos ven. O si ese es el punto clave de la depresión; querer lo que no vemos, salir.

Y es que al fin y al cabo es lo que nosotros estamos haciendo: sintiendo palabras, confiando nuestros sueños. En el fondo es el juego de la amistad o el amor. Incluso de la sorpresa. Sentimientos que no se ven. Que una persona te saque una sonrisa, que una conversación acabe en decenas de casualidades, que tiendan su mano a pesar del desconocimiento. En definitiva, que te hagan ser feliz.

Conectar, es mucho más que una palabra.


No se trata de ver para creer,
sino de creer para ver 

2 comentarios:

Irene, Umpa Lumpa & cía dijo...

Qué profundo... pero me ha encantado...

Ayer, en un seminario de medicina de familia el profesor dijo varias veces aquella frase de "El princpito": "Lo esencial es invisible a los ojos".

Aunque a mí me gusta la frase entera: "No se ve sino con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos"

MDoc dijo...

Me alegro de que te haya gustado :). Llevaba unos días rondando por mi cabeza y tenía que sacar algo así.

Qué bonita frase, y qué lección "El Principito". Justo tuvo que ser el día anterior, ¿una coincidencia?

Un beso!

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