La palabra "tercero" puede referirse a muchas cosas, sin embargo, para nosotros tiene un sentido especial: se trata del curso que marcará el paso del primer al segundo ciclo, y por tanto, el ecuador de nuestra carrera. Desde aquí aprovecho en contaros que ha habido pleno, y además mejor de lo que me esperaba antes de empezar el curso, así que oficialmente puedo decir que ya soy un medicoblasto de cuarto año.
Eso sí, tal y como iba diciendo, tercero es especial, tiene un aire totalmente diferente a los dos cursos que lo preceden y es donde comienzas a sentirte un poquito más médico, como que perteneces a este mundillo del futuro tan impresionante. Así pues, para futuros compañeros que pasen por aquí (aunque realmente ahora no tenga demasiado sentido ya que el Plan Bolonia está cambiándolo, -desgraciadamente-, todo.), dejo el
eso que identifica tercero,
aquello que lo hace diferente.
-
Comienzas el curso con un miedo tremendo en el cuerpo. La fama de tercero, al menos en mi facultad, es mala. Junto a quinto (éste un poco menos), es el peor curso de la carrera por todo lo que tienes que estudiar y las asignaturas que das.
- Sin embargo, todo tiene su parte buena:
las prácticas. Aunque Farmacología General, Microbiología, Patología General, Antomía Patológica entre otras te taladrarán hasta no poder más con su inacabable teoría, las prácticas serán de lo más interesantes por lo general. Sobre todo aquellas pertenecientes a Patología General, y es que rotar por servicios de Médica y Cirugía en el hospital por primera vez no tiene precio.
- Aprendes fisio
patología. Sabes dónde está el corazón, cómo funciona correctamente, y ahora, por fin en tercero, aprendemos cómo enferma, por qué, qué sucede, consecuencias, cómo se objetiva...
- De ahí que
comienzas a diagnosticar todo lo que se te pone por delante. Empiezas a saber, a utilizar el razonamiento de todo lo aprendido para diagnosticar cosas que te pasan a ti, a tus padres o incluso a tu vecina. Eso sí, tienes la sensación de que cuanto más aprendes, más te queda por aprender.
- Pero también te entra el
síndrome hipocondríaco. ¿Sabéis de cuánto podéis enfermar?. Comienzas a sentirte un poquito paranoico con todo lo que te rodea, en especial por la bonita microbiología, y la precaución al bañarte, beber, comer, tocar, respirar...VIVIR!.
-
Pisas por primera vez un hospital disfrazado con todo artilugio posible: bata, fonendo, linterna, martillo de reflejos, bolígrafos
que con el tiempo se convierten en bolígrafos de propaganda de la industria farmacéutica.
- Y por tanto,
te sientes un poquito más importante, y es que ya eres todo un ESTUDIANTE DE MEDICINA EN PRÁCTICAS, todo un lujo que te permite moverte, cada día más, a tus anchas por el hospital. Hacer tuya tu futura profesión.
-
Conoces a los diferentes propotipos de pacientes. Y descubres que no es lo mismo uno de un servicio que de otro. Sobre todo aquél de oncología. Especialidad dura donde las haya, pero que no me disgusta. Con su parte alegre, pero también su parte más que agria. Pacientes ingresados "por un catarro fuerte" que tenían un Ca de pulmón con metástasis cerebelosas, una paciente que vivía en 1986 por su metástasis cerebral aunque en hemisferio no dominante, una paciente con recidiva de un Ca colon con tres hijos pequeños que de un día para otro pasa de un grado de peristaltismo de lucha a la rendición. Pero también una paciente diagnosticada de Ca de mama y pronóstico corto que ya ha llevado a la tumba a todos los médicos que la han tratado
(Válgame que todavía no soy licenciado).
Tus primeras prácticas, al azar. La primera especilidad que tocas. Pacientes y situaciones que jamás vas a poder olvidar. Eso es tercero. Eso ha sido MI tercero.
-
Vas definiendo lo que te gusta y lo que no. Conoces personal sanitario, te codeas con todos, ves su rutina, y a la hora de estudiar, empiezas a tirarte por aquella cosa que te gusta más. Pero eso sí, aún tienes mitad carrera por delante.
-
Conoces la farmacología. Descubres para qué sirve ese medicamento que te estás tomando, sus efectos secundarios,
qué darías a esa patología que estás diagnosticando a tu vecina... Te conoces casi todos los principios activos, pero fallas cuando te hablan en marcas comerciales.
- Te sientes
un poco más experto de la facultad. Ya te vas metiendo en el grupo de los mayores, de esos que dan consejos a los de 1º y 2º, cuentan sus batallitas con las asignaturas pasadas como tal abuelo y le vas pillando el
truqui a los profesores. Te mueves con soltura, te conoces cada rincón de ella.
-
Conoces de verdad a tus amigos. Si en primero somos todos unos desconocidos que nos intentaremos relacionar con los que pasamos más tiempo juntos en la facultad, es decir, con tu sección de prácticas, en segundo ya los vas perfilando. En tercero tendrás contigo aquellas que te han aceptado, que han creído en ti, te han animado, has pasado grandes momentos y hasta te has ido de vacaciones juntos. Ya sabes dónde está tu hueco y conoces de qué va el resto de la gente. Y das gracias por ello.
-
Curras, mucho.
Disfrutas, mucho. Y es que estás en tercero, habrá que llegar al ecuador dándolo todo, ¿no?.
Probablemente me haya dejado alguna cosa que contar, pero seguro que no es algo que se vaya repetir en lo que queda de carrera. Y es que al fin y al cabo sólo llevamos la mitad, ¡pero qué mitad!. Sensación vertiginosa. Sensación de ser cada día más, un médico.
(Por cierto, todo aquél que haya llegado hasta aquí, sobre todo si no está en la carrera, es un crack :))