Entre portátiles y licantropía

Aprovechando que venía un buen puente, decidí partir con la intención de centrarme en mi próximo examen y dejar notar ya presente mi ausencia (valga la redundancia) por mis lares más íntimos, a pesar de disfrutar de un gran cumpleaños. Eso conllevó a una lucha interna de ideales y unos cuantos lloros de despedida por dejar, así como olvidado, el portátil encima de la mesa. No ordenador = no internet = no distracción. Todo parecía un plan perfecto. Sin embargo, no fue ni mucho menos lo que esperaba. No había casi mono, sino que aquél tiempo que perdía navegando y distrayéndome por el mundo virtual era suplantado por cualquier otra cosa de mi alrededor: conversaciones con mami y papi, ese programita de la tele que de repente es lo mejor que han podido echar nunca y cómo no, mi imaginación. Aquella que mientras intentas memorizar y razonar algo que parece difícil se pone a formar su propia película que podría ser galardonada hasta con un par de Oscar. Pero desgraciadamente tienes que consolarte poniéndote una medalla de el más lento en esta nueva carrera por el aprobado. Mientras tanto, ya de vuelta, sólo nos queda machacarlo a tope y dejar claro que NUNCA dejaré a mi portátil de lado porque prefiero perder mi tiempo investigando un ratito que dándole cuerda a mi imaginación intermitente. Cosas de la vida. Mitos desmitificados.

Así pues, mientras mis horas pasaban, mi mente se iba llenando de temas de los que hablar o curiosidades que comentar por aquí, aunque a estas alturas han desparecido la mitad.

Como bien sabéis, escuchar la radio es uno de mis grandes placeres sobre todo cuando se alza la luna y apoyas la mejilla sobre la almohada fresquita. Lástima que haya que dormir y rendir demasiado al día siguiente. Así pues, el otro día mientras intentaba con toda mi alma caer en los brazos de Morfeo, caí en los de RNE (creo que fue...) y en la historia de Manuel Blanco Romasanta. No sé si alguien conoce su historia, pero al parecer es el primer caso de licantropía documentada, precisamente en tierras gallegas en la época de Isabel II. Gira toda una leyenda a su alrededor (algo que recuerda a "Luna, el misterio de Calenda" de A3, para quién la siga) ya que incluso fue condenado por la muerte de 9 personas de una forma salvaje. Existen escritos y declaraciones de un proceso judicial y todo ello ha dado lugar a un gran boca a boca a lo largo de los tiempos además de ser fuente original de diversas novelas o películas entre ellas la recomendada "El bosque del lobo" (1970) de José Luis López Vázquez o la que dicen ser un poco más fallida, "Romasanta, la caza de la bestia" (2003) con Elsa Pataky entre otros. 

En los archivos digitales de Ourense podéis leer toda la historia completa.

Por último, dejo una pregunta en el aire. Estamos planeando un viajecito de verano (sí, en algo hay que pensar en estas semanas horribilis). Una de las ideas que se plantean es Berlín y alrededores. Pero precisamente nos falla que no conocemos que haya nada majete en las cercanías de Berlín, y los sitios más conocidos (Munich, Colonia, Frankfurt...) están bastante lejos. ¿Alguien conoce y recomiendo algo en especial? Se aceptan también recomendaciones de otros lugares (que por mí sería cualquiera =D)

Y ahora sí, entre tema y tema y con gran pesar, me despido hasta la siguiente :).