Al final va a ser cierto que esto se acaba. Vamos cerrando etapas y sí ya despedimos las clases hace más de un mes, ahora toca despedir los exámenes. Probablemente no será algo que se eche de menos, sobre todo teniendo EL EXAMEN a un año de distancia y sabiendo que una vez que nos incorporemos a la práctica médica
real el periodo de exámenes no vendrá marcado por unas listas en el tablón sino por el día a día delante de nuestros pacientes.
Y es que a estas alturas de la vida creo que ya estamos bastante acostumbrados a todo esto y les tenemos cogidos todos los
truquillos, aunque estoy seguro que nunca se deja de aprender (y estoy aún más seguro de que la academia MIR jugará ahí un gran papel). Sólo queda uno, y si eres capaz de echar la vista atrás y de saber por dónde has pasado, la cantidad de horas (y materia) que has metido y de papeles que has rellenado... Todos los exámenes son únicos y a la vez todos iguales, y es que siempre al final te acaba cogiendo el toro, descubres que en realidad no era una materia tan light como parecía o te das cuenta de que hay un montón de cosas que no entiendes y te tienes que poner a buscar como loco. Eso sin los míticos "
bieen, se han portado", "
buaa qué cebada", "
me parece increíble que hayan preguntado eso", "
se ha repetido casi todo!" o "
voy a suspender" y luego no es verdad. Y tampoco sin contar con las locuras pre-examen y las interminables esperas hasta que salen las notas. Podría seguir enumerando situaciones pero haría un post interminable incapaz de poderse leer. Siempre nos quedará nuestra memoria, sobre todo ahora, cuando solo queda uno.
Recuerdo
PRIMERO, ese año especial en todos los sentidos donde entrabas a formar parte de un nuevo mundo desconocido. Y es que entre otras cosas, esos temidos "exámenes de universidad" era algo a lo que te tenías que enfrentar. Primero fue un año locura, con exámenes prácticamente cada 20 días que no te dejaban ni respirar, donde a ansiedad y lo desconocido te hacían subirte por las paredes. Recuerdo el primer examen,
anatomía general, de donde salieron los primeros jefes de mesa para las prácticas de anatomía, que completamos con el segundo examen,
embriología. En anatomía nos llenaban la cabeza de inserciones musculares, algo que nos hizo suspender (bueno, sacar menos de un 7 [que equivale a un 5],
typical corte de aprobado en nuestra carrera) a prácticamente casi todos el primer examen al dar prioridad a la lista infumable de inserciones antes que a vascularización e inervación. Aprendimos. Sirvió para eso, y es que lo siguiente ya fue la remontada, dando prioridad a lo que se debía. El final de
bioquímica fue una locura, leyendo sólo una vez el metabolismo lipídico porque no me daba tiempo a más y descubriendo que entraban casos clínicos de prácticas a las 12 de la noche por un sms casual. Y sí, hubo que improvisar en esa pregunta larga de metabolismo lipídico donde había miles de posibilidades de que hubiera sido otra. Fosfolípidos...me acuerdo bien. Y por último el examen de matrícula de
bioestadística. Sí, como mucho se podía sacar una nota de 8.9 aunque tu nota correspondiese a más. Iba a presentarme si no hubiera sido por la amenaza de mi madre de tirarme el libro por la ventana si me ponía a estudiar, en vista a mi estado de nerviosismo extremo después de un año sin parar (y de alguna conversación inútil con profesores). Y sí, quedó una mh libre porque se presentaron todos menos uno...y se la concedieron a todos.
SEGUNDO ya fue diferente. Con un año a las espaldas ya te empiezas a dar cuenta de que vas manejando el cotarro, pero no, en realidad todavía eres un
yougurín de la facultad y quedan miles de sopresas por descubrir (sin Huevo Kinder ni nada...).
Fisiología nos enseñó que existen los exámenes test con la estructura de "
qué no es falso" o "qué no es verdadero", aunque el
"qué es lo MAS falso/verdadero" lo aprenderíamos más adelante. Con
Epidemiología conocimos los exámenes de 3 horas de cuentas interminables cuyos resultados tienen mayor variabilidad interobservador que las formas que puede ver cada uno en las nubes.
En
TERCERO todo parecía diferente. Es el año previo al ciclo clínico y ya te vas metiendo en materia más médica alejadas de los
"bio-cualquiercosa". Introducción a la patología, parte médica, nos hizo tirarnos de los pelos. ¿Cómo podíamos concebir que nos preguntaran dos casos clínicos cuando en clase no nos habían explicado cómo hacerlos y sólo nos dedicábamos a dar materia y materia? Pues así fue cómo la noche previa al examen, a las 3 de la mañana, me levanté de la cama asustado de por qué estaban tocando las campanas de la iglesia a esa hora. Mis padres atónitos. No existían tales campanadas. Fue la máxima expresión de mis acúfenos. Y lo pasamos mal en febrero...pero en junio ya teníamos experiencia! Tuve alguna situación de
nocturnidad, y tuvimos UNA tarde para meternos
radiología, medicina física y rehabilitación. De récord.
En
CUARTO ya sí que pasó a ser diferente. Cambias de edificio, has pasado el ecuador y te metes de lleno con la clínica. En cuanto a los exámenes
oftalmología fue la que se llevó la palma debido a cómo estaba explicada y el problema de que hubiese imágenes proyectadas en el examen. ¡¡Ojo rojo!! Sonaron todas las alarmas. La
big one de cuarto fue
neumología, un examen rarísimo que suspendió el 90 % de la clase... No me preguntéis qué pusieron porque telita...
QUINTO ya iba sonando a final. El examen terrible de
dermatología porque te dejaban 30 minutos para 30 preguntas de respuesta concisa y corta y 2 imágenes, tampoco fue para tanto. Sólo que, coincidencias de la vida, mi médico de prácticas toco cuidar nuestra aula...y entre ella y la compañera no me quitaron el ojo de encima! Estuve a punto de pedirles por favor que dejasen de acercarse a mí por detrás y se quedaran mirando mi examen. No sé si mirarían para bien o para mal, pero al final acababa bloqueándome. Todo fue bien.
Y llega
SEXTO, un año
facilón según los compañeros de arriba, pero que ha sido raro en cada uno de sus exámenes, no tan fácil como incluso los mismos profesores te decían que iba a ser. Todos los exámenes han tenido su puntilla, destacando la imagen superpixelada del caso clínico de
infecciosas donde podías ver una lesión pulmonar, un pulpo a la gallega o un orco, según lo inspirado que estuvieras ese día.
Y sí, ya sólo queda uno... Sólo unas horas y pasará con un poco de suerte a la historia. Quizás no ha sido la semana más productiva, y es que la asignatura ni el momento daba para tal cosa. Intentaremos hacer lo que se pueda, confiando en que en este caso nos podemos llevar cualquier sorpresa, os lo aseguro.
El final... todavía no me lo creo. No sé cuál será nuestra reacción al salir del examen sabiendo que...¡es el final! Sin embargo, no deja de ser otra etapa. Dentro de menos de dos semanas empieza nuestra cuenta atrás, esa que este sábado marcará el cero en la contrarreloj para muchísimos compañeros. Y entonces sí que será el final, encontrándonos ahora a escasos momentos de que tantos unos como otros ya no podamos decir,
cuando sólo queda uno.
Lo que la oruga llama el fin,
el resto le llama mariposa